Para defender el patrimonio, es decir,
conservarlo, mantenerlo y realizar un uso correcto y adecuado del mismo,
primero tenemos que conocer qué es el patrimonio.
La palabra patrimonio procede del latín
patrimonium-i , y hace referencia a los bienes que proceden de la
familia y son heredados. Este concepto en el plano individual está bien
delimitado, pero no sucede lo mismo en el concepto más moderno de
patrimonio colectivo. El referente etimológico del término (conjunto de
bienes de alguien adquiridos por herencia) presenta una doble vertiente:
la sociedad actual asume los bienes culturales materiales e inmateriales
heredados y, a la vez, considera la necesidad de legar esa herencia a
las generaciones futuras. Este segundo aspecto, el tener que garantizar
el legado para la posteridad, implica la necesidad de establecer
mecanismos e instrumentos que permitan su preservación y conservación.
En la sociedad actual, superado el mero conservacionismo, se adoptan
modelos de actuación dirigidos a su conocimiento, uso y disfrute que
posibilitan la participación activa de los ciudadanos. De este modo el
patrimonio deja de contemplarse como una carga económica que genera
gastos en su conservación y pasa a convertirse en un recurso asociado al
desarrollo económico-social a través de su puesta en valor.
Por tanto, estamos ante un concepto
amplio y dinámico que incluye “todos los testimonios naturales y
culturales que la sociedad reconoce y valora como merecedores de
preservación y conocimiento, y que deben ser legados a las generaciones
futuras” (J. Padró Werner).
Es decir, no está formado solamente por aquellas obras que poseen un
alto valor
estético, simbólico o artístico, sino por los bienes
culturales materiales e inmateriales que condensan la cultura de un
pueblo y que conforman su identidad (lengua, relaciones sociales, ritos
y ceremonias, comportamientos colectivos, sistemas de valores y
creencias,…).
En la ciudad de Toro, los bienes patrimoniales
presentan una notable densidad por un lado, y un abandono y estado de
deterioro por otro. Esta situación es producida, en gran parte, por la
inacción institucional como lo demuestra el hecho que desde 1963 no se
ha declarado ningún Bien de Interés Cultural en esta ciudad (¡hace 45
años en una ciudad como Toro!), que se realicenconstrucciones
megalómanas que suponen un alto coste económico y que desvían fondos de
actuaciones necesarias y vitales para nuestro patrimonio y, sobre todo,
una falta general de revalorización del conjunto histórico de la ciudad
de Toro (señalización e información, tratamiento de fachadas, limpieza y
acondicionamiento de entornos monumentales, soterramiento de
contenedores y cableado, acondicionamiento de espacios culturales,
adecuada promoción, colaboración estrecha con organismos e instituciones
culturales, etc.)
Desde ProCulTo intentamos, dentro de nuestras posibilidades, aportar
nuestro granito de arena en este terreno. Primero, dando a conocer
dicho patrimonio, a través de conferencias, proyecciones, visitas y
actos, para de este modo sensibilizar y concienciar de la necesidad de
conservar el legado de nuestros padres; segundo, y a partir de lo
anterior, instar a quien tiene la obligación legal de actuar en pro de
un patrimonio que forma parte de nuestro acervo cultural y que conforma
nuestra identidad, que actúe para que la preservación y la puesta en
valor no quede en mera palabrería hueca; y tercero, actuar nosotros
mismos a través de colaboraciones con otra instituciones o acciones
propias de voluntariado en el conocimiento,
mantenimiento, conservación y disfrute de los elementos del patrimonio
toresano.
Todo ello se ha materializado en distintas
actuaciones en los años de existencia de esta asociación, entre ellas la
elaboración de ciclos de conferencias como aquel de febrero del año 2006
titulado El patrimonio material toresano, la realización de
visitas guiadas gratuitas a distintos monumentos (San Sebastián, Santo
Sepulcro, Colegiata, San Salvador) y rutas por las fuentes del término
municipal, la publicación de materiales documentales y artículos en esta
revista, la organización este mismo 2008 del Seminario Arte y
Arquitectura en Toro o la presentación de un proyecto de
voluntariado, que esperemos nos concedan, para el acondicionamiento de
ese magnífico legado etnográfico que son las fuentes.
Sin duda alguna, queda mucho por hacer y ProCulTo
seguirá trabajando en la misma dirección, contra viento (los que
desaprovechan) y marea (los que se quieren aprovechar). ProCulto
continuará su labor en defensa del patrimonio.