Pasados varios
meses desde el fin del año 2005, en el que se conmemoraba el Vº
Centenario de las Cortes y de las Leyes de Toro, y con la
perspectiva que da el tiempo, es hora de realizar un balance de
los actos culturales oficiales. Y ciertamente el balance es
desolador. No ha habido una preparación de los acontecimientos,
no se ha trabajado en el día a día que es lo más laborioso (y lo
menos reconocido a corto plazo), no se ha intentado involucrar a
la población, no se ha contado con casi nadie y lo peor de todo,
no ha habido transparencia en la actuación ni información a la
población.
Lo cierto es
que es muy difícil que algo resulte bien de este modo, partiendo
de la imprevisión y la descoordinación. Todo ello, unido a una
gestión muy desafortunada y la venta de humo con los grandes
actos que se quedan en nada y que en nada repercuten en la
ciudad, nos dan como resultado un fiasco, no sólo cultural, sino
también económico y, lo que es aún más grave, identitario. La
identidad colectiva toresana no ha mejorado tras esta
conmemoración. Todo lo contrario: sale muy dañada. Y es que la
buena organización de estos eventos tenía que haber sido motivo
de orgullo para los toresanos. Porque el objetivo
principal de esta efeméride, no debería haber sido el intentar
hacer grandes fastos, ni las apariciones triunfalistas
en los medios de comunicación, sino la mejora
del concepto que los propios toresanos tienen de si mismos, el
fortalecimiento de su autoconfianza y la demostración de tener capacidad
para realizar empresas de este tipo.
Los hechos hablan por si solos: un Congreso
Científico organizado por la Consejería de Presidencia y Administración
Territorial de la Junta que ha pasado desapercibido tanto para el común de la
población como para el ámbito académico, discusiones ridículas por no querer
reconocer la labor de un particular en el caso del Sello Conmemorativo, los
enfrentamientos con entidades culturales como la Banda Municipal que han sido
conocidos en toda la región no dejando en muy buen lugar el nombre de Toro, el
engaño pueril a otras entidades apareciendo en los carteles de sus actividades
el logotipo del Vº Centenario sin consultárselo, ni formar parte de unprograma
de actividades de esa efeméride (por otra parte imposible, pues no había
programa), el esperpento de la Exposición Legados (“comienza en este mes; no,
comienza en este otro; no, para el año que viene, que es el punto de partida
de….”; su inauguración a escondidas; el inicio un año después de lo previsto;
etc.), la realización de un libro que resulta caro para el común, conciertos
improvisados a última hora sin conocimiento de la población, etc.
En definitiva, una ocasión
perdida, porque no se ha hecho lo efectivo, lo válido, lo importante, es decir,
la labor callada y colectiva, el trabajo serio y organizado y la colaboración
leal, sin dividir a la ciudadanía. Éstas (y alguna ayuda económica de las
instituciones públicas, fundaciones, cajas de ahorro, etc. que nunca viene mal)
son las claves para conseguir algo sólido y duradero. Pero para ello hay que
gestionar y planificar las cosas con antelación y aún así el éxito no está
asegurado. Y el éxito, no son los grandes eventos, ni los fuegos de artificio en
los medios de comunicación afines ideológicamente, sino las actividades pensadas
y dirigidas a todos, con la colaboración de bastantes y que dignifican nuestra
ciudad, consiguiendo que nos sintamos orgullosos de ser toresanos por resolver
adecuadamente, dentro de nuestras posibilidades, los retos que se nos plantean