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LOS SÉPTIMOS ARTES José L. Sevillano Rodríguez
Pero una cosa es la cantidad y otra, muy distinta, la calidad. Un monstruo internacional como es el mundo de Hollywood atesora en su seno a los más importantes y destacados “artistas” cinematográficos en todas las facetas de la producción. Porque no olvidemos que una película no es la suma de unas actuaciones de las estrellas de moda (a veces rutilantes y efímeras, a vecesverdaderos mitos de las pantallas) dirigidas por un director del que podríamos hablar en los mismos términos. Ni mucho menos, detrás de toda producción hay un sinfín de profesionales, cada uno de los cuales es un “artista” en su terreno. Así, toda película empieza por la elaboración de un guión. En esta labor han trabajado importantes escritores de todo el mundo en muchas ocasiones. Y otros tantos guionistas tal vez no hayan llegado a alcanzar la celebridad por haberse encasillado en esta labor un tanto oscura de la literatura (y, sin duda, menos agradecida a nivel de popularidad) en vez de haber aprovechado su talento en cualquier otro tipo de narrativa. No sólo escritores. Auténticos genios de la óptica trabajan a diario en los estudios cinematográficos y en los laboratorios para perfeccionar las lentes, las cámaras, los tipos de iluminación y una enorme cantidad de detalles que acaban resultando fundamentales a la hora de conseguir una fotografía cinematográfica de calidad. ¿Y qué decir de los montadores?. Sin su habilidad las películas tendrían hoy en día tantos “saltos” como aquellas rudimentarias cintas de cine mudo, cuando la técnica del montaje no estaba prácticamente definida y el único estilo narrativo conocido era absolutamente lineal, la mayoría de las veces insuficiente y, desde luego, mucho menos espectacular que los actuales, audaces y sorprendentes, estilos narrativos cinematográficos que los nuevos sistemas de montaje proporcionan. En cuanto a los efectos especiales también ha sido importante el trabajo de investigación, y el grado de desarrollo alcanzado habla en favor de unos profesionales que en los títulos de crédito de las películas aparecen en letras pequeñas. Sin embargo, lo que vende son las estrellas, las caras bonitas y los nombres artísticos. Pero su presencia y sus esfuerzos serían baldíos sin un buen trabajo de post–producción.
Temas tan famosos y pegadizos como los de “El puente sobre el Río Kwai”, “Carros de fuego”, “La guerra de las galaxias”, “Titanic”, “El último mohicano” y un larguísimo etcétera de títulos, forman parte hoy en día del más incipiente y apreciado panorama musical, pasando a engrosar el extraordinario y cautivador mundo de la música, patrimonio cultural de la sociedad en que vivimos. Quiero decir con estos ejemplos que cuando se habla del cine como “séptimo arte” hay que entenderlo como un compendio de tantas actividades artísticas que es injusto utilizar el singular para denominarlo. Yo hablaría de los “séptimos artes”, todas esas labores artísticas, muchas veces incluso artesanales, que son necesarias para confeccionar una película, mucho más allá de un elenco de actores más o menos inspirado y de una labor de dirección más o menos sobria. Estas también, son importantes y “artísticas”, sin duda, pero no lo son en exclusiva.Por eso el cine es tan grande, porque muchos profesionales han dedicado su vida, muchas veces en la sombra, por y para el cine. Los resultados son claros: uno de los más importantes espectáculos lúdicos de los últimos cien años. Un siglo de imágenes que ha vivido momentos de esplendor y rachas de declive, pero que ha sobrevivido al ataque de otros monstruos de su misma magnitud como son la televisión, el vídeo o la piratería. No faltarán en el futuro nuevos monstruos que amenacen su supervivencia, e incluso es posible que el propio cine se sumerja en un proceso de autodestrucción y desnaturalización por el excesivo empeño en utilizar instrumentos digitales en su confección... pero al igual que a Bogart y Bergman les quedaba París en el clásico de 1943 “Casablanca”, de Michael Curtiz; a todo buen cinéfilo siempre le quedará toda la grandeza desplegada por estos “séptimos artes” en sus casi cien de años de existencia. Desde el cine más clásico hasta las más modernas producciones, pasando por los distintos géneros y etapas de este gigante del entretenimiento que denominan “séptimo arte” y que yo prefiero, si me permiten, pluralizar.
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