CAMINOS DE LAS FUENTES

RUTAS PARA CONOCER LAS VIEJAS FUENTES DEL TÉRMINO DE TORO

 

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A) RUTAS POR LAS FUENTES DEL SUR DEL DUERO

I. PRIMERA RUTA: FUENTES DEL SUDESTE

FUENTES VISITABLES (11): San Tirso, Jacinto, La Quintana, Nueva de Bardales, Las Brozas, Nueva de Valdelespino, Los Villares, El Cantador, Los Sevillanos, La Malena, La Jara.

Esta ruta es en principio la más cómoda y tal vez la única que es posible realizar sin grandes dificultades en autobús y que, por tanto, resulta asequible para cualquier persona, sea anciano o niño, pues nunca dejaremos los amplios caminos de concentración y sólo caminaremos unos centenares de metros, como mucho, para acercarnos a alguna de las fuentes sin que el vehículo tenga que realizar maniobras. Pero, obviamente, también se puede llevar a cabo en bicicleta o caminando, ya que el total de la distancia desde que se parte de Toro hasta el regreso al mismo lugar está en torno a los 38 km. A lo largo de esta ruta pueden visitarse once fuentes y cuatro tudas, además de atravesar el corazón de algunos de los pagos más emblemáticos y hermosos del término: Cañada Magarín, Bardales, Las Brozas, La Veleta, Valdelespino, Valdearanda, Valdenogal, La Aguada, Lebratinos, La Jara, Los Llanos del Guareña..., con una notable diversidad de paisajes y relieves, y por caminos igualmente famosos en la historia rural de Toro, como el Camino Ancho de Bardales, el camino de Los Contrabandistas, etc.

 
  Saliendo de Toro, descendemos por la Cuesta de los Pinos, o por la Cuesta del Canto y nos detenemos a 1,5 km., justamente al fin de la cuesta, en el recodo de aparcamiento que existe a mano izquierda, antes de cruzar la vía y de enfocar el Puente de Hierro. Desde aquí caminaremos por Ia senda que va paralela a la vía y a 200 m. encontraremos el letrero que nos informa de que hemos llegado a la Fuente-lavadero de San Tirso (l), restaurada hace algunos años por el grupo Adalia. Descendemos por un breve sendero escalonado hasta el mismo borde del Duero y nos encontramos -bien protegida por un soto de álamos, chopos y algunos alisos y fresnos con un raro modelo de fuente antigua que usaban las mujeres para hacer la colada. Cuenta con dos caños y con un largo pilón acondicionado en sus costados en forma de tabla de golpeo y lavado. En este breve tramo y en Ios entornos de la fuente hallamos una gran variedad de plantas y árboles (además de los enumerados, veremos rodales de ailantos junto a la vía, tarayales, y Zumaques de verde ceniciento que trepan por las laderas de Ia barranquera).  
 

Tras esta primera etapa (que también podría ser Ia última si decidimos iniciar el recorrido desde el Camino del Cristo y finalizarlo por el acceso al costado sudoeste de la ciudad), cruzamos el puente de Hierro y seguimos la carretera de Salamanca hasta llegar a la altura de Ia planta de áridos de José Isidro; en este punto -cruce con la carretera de Alaejos (C- 112|- tomaremos a mano izquierda dirección Este. Desde que iniciamos la segunda etapa caminaremos unos 9 kms. hasta llegar a la Cañada de Magarín, que es donde comienza el verdadero recorrido- En este largo tramo de carretera, tras cruzar el Guareña, nos topamos con los restos del molino del Platero, dejamos a la izquierda La Requejada, y a la derecha el inicio del pago de Los Llanos del Guareña y el camino Ancho de Bardales por donde saldremos al final de la ruia, Continuamos por la carretera que va hacia Villafranca, bordeada de pinares y viñedos, mientras atravesamos el pago del Llano de la Silla, después de dejar atrás, a mano izquierda, la urbanización del Gelo y el camino de Timulos. Cruzamos el pago del Llano de la Silla, antes cubierto de pinadas y hoy lleno de grandes agujeros a causa de Ia abusiva extracción de áridos. Desde aquí descendemos rápidamente de nivel por la cuesta llamada La Portilla y, nada más cruzar el canal de San José, el paisaje de los secanos da paso a una extensa llanura de regadíos, entre el canal y el Duero; atravesamos los verdes pagos de La Portilla primero y del Socuello después, donde apreciamos algún bancal de chopos industriales. Cruzamos varias acequias de riego y dejamos atrás la salida del camino de Timulos. A partir de aquí, a un kilómetro y trescientos metros, debemos abandonar la carretera; encontraremos sucesivamente tres caminos que nos salen a mano derecha, el tercero de ellos, a la altura del km. 20, es el que tenemos que seguir (una alta chopera de nueva plantación, a mano izquierda, nos puede servir de referencia)" Tomamos el llamado camino de los Arenales de Bardales, que corre paralelo al costado Oeste de La Cañada Magarín, la cual iremos divisando en el llano, siempre a nuestra izquierda, durante más de tres ki[ómetros. A poco más de cien metros después de abandonar Ia carretera cruzamos de nuevo el canal de San José. Sobre él se abre un pequeño valle encajonado que marca el comienzo de la Cañada de Magarín. A partir del cruce del canal tendremos algo más de un kilómetro de cuesta, muy pendiente al principio y suavizándose luego hasta la próxima parada.

A pocos metros de sobrepasar una plantación de pinos jóvenes a mano derecha y apenas comenzada una mueva pendiente muy pronunciada, nos detendremos justo donde surge un camino de servicio casi borrado, en medio de un perdido cubierto de tomillos, cantuesos, rudas, hinojos, retamas, botoneras, ajonjillas y mejoranas; un verdadero jardín sílvestre de plantas aromáticas; ese camino nos conduce directamente a la fuente de Jacinto(2) tras un agradable paseo de unos 150 m. Desde esta hermosa fuente medieval gótico- mudéjar, situada al resguardo de la loma, en un afloramiento de alta ladera y mirando hacia poniente, se coniempla todo el pago del Valle de la Fuente Jacinto que discurre a nuestros pies y es un buen lugar para reparar fuerzas, refrescarse y admirar la fuente y su entorno. En su respaldo, cubierto de zarzamoras, existe uno de los mayores vivales de conejos de todo el término (que ha minado el hontanar cegándolo parcialmente), y no es difícil encontrarse con algún zorro al acecho por las inmediaciones; al costado izquierdo de la misma nos llama la atención un espléndido y solitario ejemplar de bardaguera negra (sarx trocinerea), ya poco frecuente en nuestro término. A finales de verano, con la maduración de las moras, frecuenta el pequeño soto de la fuente gran cantidad de avecillas que acuden buscando frescor y alimento.

De nuevo en el camino de los Arenales, seguimos la ruta a lo largo de 2 Km hasta que llegamos al cruce transversal con otro camino que es conocIdo con los nombres de Camino de /a Coscojosa, por venir desde esa fuente, o Camino de la Cuesta Grande e incluso Camino de
la fuente de la Quintana
, porque nos conduce directamente hasta ella. Así pues, en este cruce tomamos ef ramal de la izquierda, que atraviesa el valle y el regato seco de la vieja Cañada Magarín, que hasta ahora habíamos divisado desde arriba. A sólo 300 m de haber tomado esta nueva ruta y una vez superada la alcantarilla sobre el cauce seco, volvemos a detenernos, pues a mano izquierda, a unos 50 m del camino, atravesando una franja de tierra de labrantío, al respaldo de una pequeña loma cubierta de tomillares y cantuesos, descubrimos primero el abrevadero y un poco por encima la propia fuente de La Quintana (3), medieval, de piedra con cubierta adinielada, sin agua, salvo en primaveras muy lluviosas, pero muy hermosa a pesar de hallarse herida de muerte por el abandono y et despojo de algunas de las grandes losas de su cubierta.

Otra vez en el camino, sólo unos metros más allá, en el primer cruce y cuando comienza el ascenso hacia el pago del Llano del Gato, abandonamos de nuevo el Camino de La Fuente de La Quintana y tomamos, a mano derecha, el Camino de Magarin (o Camino del Llano del Gato), que procede también de la carretera de Alaejos y discurre por el otro costado de la cañada, paralelo al que hemos traído durante más de tres kilómetros. Una vez tomado el nuevo desvío, ascendemos una pronunciadísima cuesta que sube hacia las alturas deL pago y teso del Llano del Gato, tierras pobres dominadas hasta hace unos años por las encinas y los pinos, y hoy roturadas a matarrasa para la instalación de nuevos regadios con a apertura de pozos de sondeo (muy frecuentes en todo el valle y las zonas limÍtrofes), una Íiebre que ha despoblado de árboles toda la Cañada Magarin y sus entornos. Tras 750 m. de ascenso, ya en la cima de la amplia paramera y al llegar a un espacio de tierra desolada y baldia, volvemos a detenernos y caminamos a mano derecha por un sendero que atra,riesa el descampado que deriva en suave pendiente hacia el valle (esta parcela de erial forma parte de la masa de la fuente). A unos 150 m. encontramos la fuente Nueva de Bardales(4), de construcción o remodelación moderna (poco más de medio síglo), de ahí su nombre, muy rica en agua pero muy deteriorada por el
abandono.

Desde la altura de esta fuente, o descansando a la sombra de las viejas encinas que protegen el largo abrevadero, mirando hacia el Oeste, contemplamos la amplia extensión del valle de Magarín, los nuevos regadíos que proliferan por las laderas y las depresiones y que nos ofrecen la panorámica de un espacio deteriorado por la agresión antrópica. Se trata de un paisaje vulgar y monótono de cultivos, que hasta hace unos años era realmente hermoso y variado pues combinaba cereales, josas y boscaje de encinas, algunas muy viejas (restos del viejo monte de Bardales), similares a los escasos ejemplares que ciñen el cosiado de la terraza en que se asienta el abrevadero" Estos pilones siempre rebosantes tienen una singular importancia ecológica para la conservación de los anfibios, como lo evidencia la riqueza de larvas que viven en sus aguas, pues, en efecto, encontramos miles de renacuajos, particularmente de alites o sapo partero, pero también de rana común, de sapo de espuelas, de sapillo corredor e incluso de tritón jaspeado, todos ellos en una grave recesión en la comarca.

De nuevo en ruta, cruzamos el Llano del Gato, damos vista a Vallemayor, (ambos a nuestra izquierda, mientras a la derecha discurre el valle de Magarín) y, tras una última etapa de ascenso, nos encontramos en un rápido y pronunciado descenso hacia el pago de Valdeciervo, a nuestra izquierda, y a los Arenales de Bardales en el valle que encontramos de frente. Al fondo, y aún muy lejano, se alza la elegante silueta del teso del Piornico (776 m.) y, algo más a la izquierda y más remoto, el de La Pederna (800 m.). Al llegar al valle. y tras dejar a mano izquierda las ruinas de la vieja Casa Joseines (referente topográflco y humano para los viejos campesinos que deambulaban por estos distantes pagos). se nos cruza otro camino transversal que corta el nuevo valle. Se trata del más largo y famoso del término, el conocido Camino Ancho de Bardales (a estas alturas también era conocido como Camino de Chaquinote); desde la fuente Nueva hasta este cruce hemos recorrido unos 1.500 m. Dejamos
el camino del Llano del Gato, que hemos traído hasta aquí, y dejamos también de frente, hacia el Sury el Oeste, los llamados Qurñones de Bardales, que llegan hasta los remotos pagos de Mococrudo y Chaquinote; tomamos el citado caminode Bardales hacia el ramal de la derecha, cambiando de rumbo en un ángulo de 90º. A unos 300 m. en la nueva dirección, nos detenemos otra vez -es nuestra quinta etapa-, pero ahora para ver una tuda, esa especie de troglodítica vivienda temporal de los campesinos toresanos que se desplazaban muy lejos y por varios días a cultivar sus tierras. A cien metros escasos del camino, a mano derecha, bajo una loma de ralas encinas y rodeada de cultivos, se abre Ia tuda de Perucho (5). Tiene derrumbada parcialmente la boca, pero el interior se conserva en buen estado; damos un pequeño rodeo para no cruzar un bacillar que se interpone entre el camino y la tuda y examinamos la sencilla excavación rupestre con su doble habitáculo, para el ganado a un lado y para las personas al otro. Es necesario venir provistos de una linterna para apreciar bien el trabajo de esta antigua vivienda temporal, excavada en la roca, todo un documento de la historia anónima de los antiguos campesinos.

De vuelta al camino, seguimos en dirección Noroeste (hacia Toro) y atravesamos el corazón del pago de Bardales durante 2.750 m. A lo largo de sucesivos cambios de nivel, con algunas cuestas muy pronunciadas, contemplamos las nuevas zonas de viñedo, algunos regadíos de sondeo y, de cuando en cuando, unas manchas oscuras de centenarias encinas del antiguo monte comunal expropiado, roturado y repartido en parcelas a mediados del siglo XIX (con la Desamortización de Madoz). Aunque la fiebre roturadora de los últimos años ha reducido más aún esas manchas de boscaje, quedan suficienies árboles para hacerse una idea de los magníficos ejemplares de aquel centenar¡o bosque. Después de casi tres kilómetros de marcha. y al divisar un nuevo valle transversal y más amplio, nos detenemos para refrescarnos y admirar la elegante y amplia fuente de Las Brozas (6) que nos recibe a laderecha del camino. Se trata de una de las fuentes más hermosas del término y tal vez la más conocida data aproximadamente de principios del siglo XVI y tuvo gran importancia como abrevadero de los rebaños trashumantes. Existía en su proximidad un frondoso soto de negrillos que servia para el sesteo y el descanso del ganado, pero la grafiosis lo arrebató hace algunos años dejando desolada la campa que se abre ante la fuente. Fue restaurada por el grupo Adalia y recuperado el antiguo pilón de soberbios sillares así como el caudal que estaba a punto de extinguirse; hoy todavía es utilizada por algunos rebaños. Una enorme losa encontrada en su vestíbulo fue acondicionada como mesa para los caminantes y cazadores que se acercan a ella. A pesar del aceptable estado de esta fuente, el perímetro de la masa que la circunda se reduce alarmantemente por la ilegal invasión de los dueños colindantes.

Unos 300 m más adelante dejamos el camino de Bardales (renunciamos a seguir un kilómetro más allá hasta el viejo puente romano que estuvo en su dia sobre el Guareña -hoy perdido en medio de la nada, pero próximo al nuevo camino- conocido como Puente de la Alcantarilla del Camino de Bardales; igualmente dejamos de visitar la Fuente de la Marinacia, próxima a dicho puente, pues caen a trasmano, pero el viajero con tiempo puede acercarse a echarles un vistazo) y tomamos el primer desvío que sale a mano izquierda; se trata del camino de los Contrabandistas, también llamado de los Ladrones (antiguamenie camino de la Fuente de los Villares), lleno de leyendas e historias que aún perviven en la memoria de algunos ancianos de Toro. Por él avanzamos en dirección Sur, avistando siempre a nuestra izquierda el valle de Valdelespino. Tras 1.300 m de recorrido (después de dejar alrás el camino de La Veleta o camino del Piornico) alcanzamos las proximidades del cerro que se alza a nuestra derecha dominando toda esta varga de suaves declives, donde detenemos de nuevo la marcha y, tras cruzar unos 200 m de tierras de sembradío y barbecheras abandonadas, llegamos a la misma falda del teso de La Veleta (768 m), en la que se abren dos
interesantes tudas a menos de 100 m una de otra. Se trata de las tudas de Ataelperro y Pinilla (7), la primera ya muy deteriorada por la ruina, pero la segunda está mejor conservada (aunque se le ha derruido recientemente el curioso y distintivo arco hundido de la entrada). Se puede alcanzar la cima del teso -ya muy próxirna- punto geodésico de la zona cuyas espléndiias panorámicas bren rnerecet e pecueño esfuerzo de escalar la cumbre Tuda Pinilla, en el costado este del teso de La Veleta De nuevo en ruta, seguimos otro kilómetro y medio hasta el cruce con el Camino de Valdearanda. Si vamos en autocar conviene bajar aquí y caminar los escasos 400 m de trayecto a mano izquierda que nos llevan hasta el centro del valle; allí a unos l00 m a la izquierda del camino de Valdearanda siguiendo una rodera de servicio, llegamos a la fuente Nueva de Valdelespino (8), pequeña y perdida en medio de la llanura pero siempre rebosante de agua fresquísima (aunque no es conveniente

beber de las fuentes por el largo abandono yescasa salubridad que suelen presentar). Es fuente de construcción moderna, como sugiere su
nombre (poco más de siete u ocho décadas), pero de gran riqueza ecológica, especialmente por la cantidad de renacuajos de sapo partero que alberga en su pilón lateral" La masa que la rodea está erializada y desnuda, y cada vez se estrecha más por la presión de las parcelas vecinas, pero el excedente de su agua, que ya nadie aprovecha, harÍa posible la plantación de un soto de arbolado que hiciese más grata su visita. Volviendo de nuevo al Camino de los Contrabandistas, continuamos otros 800 m y hacia el final del mismo nos detenemos ante un pequeño camino de servicio que sale a mano izquierda; por él caminamos unos 200 m y nos encontramos de bruces -dándonos la espalda pues mira hacia el nac¡ente- con la fuente de Los Villares (9), la de mayor amplitud y capacidad de iodo el término, muy rica en agua, aunque actualmente muy deteriorada. Su amplio vestibulo ceñido por dos muros de sillarejo suele estar inundado por cegarse con frecuencia el caño de vertido de las aguas excedentes del pilón, lo que ha provocado el derrumbe de uno de los muros, precisamente el que protegía el largo pilón lateral. Nos impresionan las proporciones y Ia belleza de esta magnífica fuente, pero no podemos dejar de lamentar su estado de abandono. Fuente de los Villares y su entorno, en el Extremo Sur de Valdelespino justamente frente a la fuente, hacia el Sudeste y a unos 350 m se encuentra, bajo un cerro de encinas y roca viva conocido antiguamente como teso de la Manga del Monte, una de las mejores tudas del término, perfectamente conservada: la tuda de Los Antoñuelos. Aunque hay que atravesar campos de labor, no resulta difícil -siguiendo un margen de demarcación de parcelas- acercarse hasta ella y admirar la magnitud y la belleza de una tuda ejemplar, con distintos apartamentos, huecos para acostarse, cocina, cuadra, etc. Sin embargo, recientemente ha sido clausurada por el nuevo propietario, que lamentablemente ha levantado una construcción delante de ella.

Regresamos de la caminata hasta la fuente de Los Villares y la tuda de Los Antoñuelos (más de un kilómetro entre ida y vuelta). De nuevo en el camino de los Contrabandistas llegamos hasta su término, ya muy próximo, pues Lo abandonaremos unos 300 m más adelante; aquí nos topamos con el camino de Vallenogal, que cruza transversalmente. Al fondo, hacia el Sur, divisamos los tesos de El Risco (805 m) y de La Nariz (806rn). ya en el límite de Villabuena del Puente. Ahora tomamos el citado camino de Valdenogal. por e ramal de la derecha y, tras una larga curva en dirección Noroeste (prácticamente en dirección opuesta a la que hemos seguido hasta ahora), nos cruzamos otra vez con el camtno de Valdearanda (pero más al Oeste que antes) y volvemos a dejar el de Vallenogal (o Valdenogal) para tomar, hacia la izquierda, este nuevo camino a la altura de la ruinosa casa Ganso.

Siguiendo esta dirección vamos dejando atrás, primero el camino del Vado de los Sevillanos, a la izquierda (llamado también camino de la Cañada de Bocarraje), más adelante el camino de la travesía de Valdearanda, éste a nuestra derecha, y, después de haber cruzado los pagos de Vallenogal, los Quemados y Valdearanda, tomamos el nuevo camino que parte a la derecha, el camino de la fuente del Cantador, por el que seguimos sólo unos 500 m hasta que nos hallamos ante un nuevo cruce, el camino de Los Valles. Dejamos atrás este camino, pero sólo unos 200 m, ya que un poco más allá llegamos a nuestra próxima parada. Allí nos detenemos para la décima etapa. Hasta este punto, desde la fuente de Los Villares, que fue la etapa anterior, hemos recorrido casi cuatro kilómetros. Visitamos la fuente del Cantador (10), junto al camino de su nombre; se trata de una fuente de hermosa silueta mudéjar, restaurada, aunque seca desde hace unos años a causa de la ruptura del canal del hontanar, ya que una viña de nueva plantación rodea la fuente hasta asfixiarla.

Desandaremos esos 200 m de retorno hasta el cruce del camino de Los Valles cuyo ramal Noroeste tomamos tras abandonar el camino de Ia fuente del Cantador que traíamos. Siguiendo por la nueva ruta, a tan sólo 700 m, tendremos que hacer otra parada porque a la izquierda, a unos 200 m del camino y en medio de una gran llanada rodeada de tierras de viñedo y bien visible desde lejos, descubrimos la fuente de los Sevillanos (11), a la que sólo puede accederse caminando por una estrecha linde a campo traviesa. Se trata de una vieja fuente mudéjar de trazado tardomedieval, una de las más elegantes del término, que actualmente sufre un grave deterioro que Ia tiene postrada en un peligroso estado de semirruina.

Volvemos al camino de Los VaLles (o camino de Los Sevillanos) y seguimos adelante por un corto trayecto de escasos tresc¡entos metros, sólo hasta que tomamos el primer camino que sale a la derecha, Ilamado camino de Lebratinos por cruzar este pago. Ascendemos por él (al principio afrontamos una pindia costanilla) y vamos dejando atrás los conocidos caminos -ya los atravesamos en otros tramos- de La Veleta primero y de Bardales después, para continuar en sentido recto por espacio de 2 Km. Nos detendremos finalmente -tras rebasar una gravera abandonada a mano derecha- a la altura de una pequeña nave cercana al costado derecho del camino, frente a la que transcurre una semiborrada trocha de servicio que nos lleva, a tan sólo unos 60 m, hasta la fuente de la Malena (12), en pleno corazón del pago de la Jara. Aunque está situada cerca del camino principal, sólo es visible cuando estamos encima de ella, pues se halla al resguardo de la loma, bajo un pequeño soto de almendros y rodeada de viñedos. Es una fuente humilde, pero toda ella de piedra sillar muy bien labrada. Mantiene un pequeño caudal, sustento de una frondosa masa de zatzamotas que se alimenta en el humedal del agua evacuada de la fuente.

A pocos metros de donde nos hemos detenido, a mano izquierda, sale un empinado camino que desciende de forma abrupta poco después y que nos conduce al final del trayecto. La distancia es sólo de escasos 800 m y allí desembocamos casi de lleno en la fuente del Camino Ancho de Bardales también llamada Fuente de la Jara ('13), una de las más conocidas por estar situada junto a la principal arteria vial del término. Se trata de una fuente completamente seca pero de gran elegancia, con alzado mudéjar de ladrillo. Tiene un entorno de pinar muy agradable, buen sitio para un descanso antes de emprender el regreso hacia Toro. Desde aquí seguimos en dirección Norte el camino, atravesamos el pago de los Llanos -lugar escogido por muchos toresanos para construir sus casas de campo- en sucesión casi continua, hasta que, tras cruzar el canal de San José, desembocamos de nuevo en la carretera de Alaejos (C-112) y tomamos rumbo a Toro, a seis kilómetros de distancia.