AÑO 2.009

 REVISTA Nº 5   

EDICIÓN DIGITAL


REVISTA Nº 5.     AÑO 2009

LA ASOCIACIÓN

LA CULTURA Y EL VOLUNTARIADO

ACTIVIDADES DE LA ASOCIACIÓN

DE LO NUESTRO

HACER DE TORO LA BARCELONA DE CASTILLA. ACERCA DE LAS PROHIBICIONES DEL CARNAVAL EN TORO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

IGLESIA-MUSEO DE SAN SEBASTIÁN DE LOS CABALLEROS

PRIMEROS RECUERDOS DE TORO

DE LO DE TODOS

 FIGURA Y GENIO DE ROCINANTE
LAS GUERRAS DE LOS ROMANOS CONTRA LOS SAMNITAS (I).
MITOGRAFÍA COMPARADA: LOS ORÍGENES DE ROMA
LA EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS O LA IMPOSIBLE ASIMILACIÓN SOCIAL Y CULTURAL DE UNA MINORÍA
UNA BUENA LEY
FLAMENCO. ENTRE LA TRADICIÓN Y LA RENOVACIÓN

EL RINCÓN DE LA LITERATURA

EL MUNDO COMPLEJO DEL VINO
EL OCASO DE UN TRABAJO
ILUSO SUEÑO
EL RINCÓN DE LA FOTOGRAFÍA
TORO, MIRADAS IMPOSTORAS

LAS GUERRAS DE LOS ROMANOS CONTRA LOS SAMNITAS.

 LAS “HORCAS CAUDINAS” (I)

 

            José María Manuel García-Osuna y Rodríguez*

            Resumen

            Estamos ante una de las épocas más ricas de la Historia Antigua de Roma,  el SPQR es un poder fuerte y con una profunda identidad, frente a los romanos se encuentran los samnitas, un pueblo montañoso, belicoso y valeroso, comparable a los lusitanos en Hispania. Roma acabará con ellos, como hizo previamente con los etruscos y, más tarde, con los magníficos cartagineses. Dentro de todo el devenir de la evolución de las guerras, se cuenta, por medio de la historiografía de Tito Livio, el notorio y popularizado episodio de las Horcas Caudinas, que define éticas y sociologías muy diferentes entre romanos y samnitas.

 

1. La Primera Guerra contra los samnitas y la disolución de la Liga Latina

 

            En el año 348 a.C. Roma firmó un tratado con Cartago, por el que se comprometía a no atravesar más allá del cabo Bon (Kalon Akroterion), en África, y de Mastia Tarseion, en Hispania, y no invadir las aguas de Cerdeña y de África; sólo la Sicilia púnica y el propio puerto comercial de la gran urbe tiria estaban abiertos a los mercaderes romanos, los púnicos no podían causar daño a las ciudades sometidas a Roma y no podían ocupar ninguna fortaleza sobre la costa del Lacio. Roma necesitaba a Cartago como aliado contra la amenaza de Siracusa; en el año 343 a.C. se renovó el tratado que reafirmaba los intereses romanos en el Lacio. Roma ya se había anexionado su hinterland del Lacio, a mediados del siglo IV a.C., por lo que sus conflictos con los samnitas van a ser inevitables. El Samnio ocupaba la altiplanicie interna del centro de la Italia meridional, los límites iban desde el río Sangro al norte y el río Ofanto al sur, con las tierras de los lucanos, al este la Apulia y al oeste la llanura triguera de la Campania y las tierras de los auruncos, sidicinos y latinos. Las montañas que circunscribían su tierra los iban a aislar cultural y físicamente durante siglos. Poseían aguas abundantes que favorecían una economía agrícola y pastoril, pero el suelo era pedregoso, lo que les obligaba a cultivar en las alturas, su industria minera era casi nula, además, su demografía era elevada y los obligaba a emigrar hacia los territorios limítrofes, que debían sufrir, estoicamente, su belicosidad. Eran por lo tanto un pueblo poderoso y temible.

            Su territorio abarcaba unos 15.000 kms2 y estaban, políticamente, organizados en una alianza de tribus o ciuitas Samnitium: los carecinos, pentros, caudinos e hirpinos, todos ellos unidos por objetivos políticos y militares comunes. Su conciencia nacional estaba muy desarrollada, su liga estaba gobernada por un consejo que concitaba la política global de toda la gens; algunas de sus ciudades importantes se llamaban Bovianum o Malventum y se encontraban en el Apenino central. Su ejército era muy numeroso y aguerrido y, por supuesto, no inferior al de los romanos. En el año 354 a.C. firmaron un tratado con Roma en relación a sus intereses en el valle medio del río Liris, este era un territorio perteneciente al pueblo de los volscos, donde se encontraban en conflicto los intereses de Roma y del Samnio; la ribera oriental era para los romanos y la occidental para los samnitas, el tratado fue calificado de los del tipo de foedus aequum, pero no como de socii et amici de Roma, el pacto siempre sería respetado y, por el contrario, sería en la Campania norte donde comenzaría la Primera guerra entre ambos pueblos, once años después. La causa estribaría en la presión samnita sobre la fértil llanura de los sabélicos de la Campania, que habían arruinado la prosperidad de etruscos y griegos de la zona.

Cuadro de texto: Guerreros samnitas

 

            En el año 343 a.C. los samnitas atacan a los sidicinos de Cales, en el valle del río Volturno,  éstos piden auxilio urgente a Capua, capital de la Campania, cuya población osca estaba unida por una Liga; esta ciudad no puede responder para defenderlos ya que había sido tomada por los sabélicos en el año 423 a.C., por lo que se dirige a Roma en demanda de ayuda, pero la gran urbe del Lacio sólo estaba en disposición de romper el tratado con el Samnio, si Capua se entregaba por medio de una deditio de ficción, así Roma tenía una razón superior para intervenir. Tras las campañas victoriosas de los cónsules patricios, M. Valerio Corvo y A. Cornelio Cosso (343 a.C.), se concluyó la paz (341 a.C.), a causa de la fuerte presión de los plebeyos en contra de la guerra, por todo ello el tratado entre romanos y samnitas se renovó e inclusive ambos se repartieron el dominio sobre los pueblos que les habían obligado a la confrontación, por ejemplo los sidicinos para el Samnio y los campanos para Roma; el tratado de paz fue un error para los samnitas, que observaban como todo el territorio de la Campania septentrional se sumaba al territorio romano; la expansión meridional romana fue realizada, siempre, con la oposición de los plebeyos y nunca fue, por parte del patriciado, espontánea o desinteresada, ya que desde el siglo IV a. C. los intereses de los romanos no sólo eran agrícolas sino relacionados con el comercio y la industria, en los que los patricios deseaban participar. En vista de la hegemonía romana las ciudades del Lacio se van a unir para atacar a los romanos, año 340 a.C., la mayor parte de los latinos confederados, apoyados por los volscos de Antium, y campanos y sidicinos traicionados por el pacto Roma-Samnio se van a unir frente a Roma. Los romanos van a derrotar a sus coaligados enemigos en Sinuessa (340 a.C.), en las estribaciones del monte Massico, hasta que  tres años después logran rendir Antium y derrotan a la flota latina (los vencedores no encontraron mejor uso que utilizar sus proas o rostra como adorno de la tribuna de los oradores, en el Foro romano, año 338 a.C.). Las urbes meridionales latinas se someten al poder de Roma, en vez de hacerlo al Samnio.

 

            Para el año 338 a.C. todas las ciudades estaban vencidas incluyendo Tibur, Praeneste y Antium. El Senado reguló el estatuto de cada ciudad, ya que no pensaba destruirlas o unificarlas bajo su hégida; no obstante Roma sería hegemónica, creando un lazo de unión entre todas ellas y gracias a senados-consultos particulares. En primer lugar,  se disolvió la Liga Latina en interés del dominio de Roma: se perdían, a) el derecho que garantizaban los matrimonios y b) las transacciones comerciales. Cada socio de la Liga tenía un estatuto según su categoría y su actitud durante la guerra. Por ejemplo: Tibur y Praeneste fueron ciuitates foederatae, que les otorgaba cierta autonomía; Tusculum, Aricia, Lavinium o Lanuvium obtuvieron la ciudadanía romana, pero el pleno ejercicio de los derechos políticos sólo era un privilegio de la propia Roma. En Antium hubo colonos romanos, la volsca Velletri y las auruncas Fondi y Formia no obtuvieron derechos políticos ciudadanos, pero sí civiles. Ya estaba todo el Lacio sometido a Roma y con la obligación de defenderlo de sus enemigos y la forzosa inscripción de sus habitantes en el censo romano, por lo que sus derechos privados y públicos estaban en manos de los magistrados romanos; con todo lo que antecede la hegemonía política y militar de Roma era evidente.

 

            2. Roma conquista la Campania

 

            La gran urbe de la Campania, Capua, fue castigada por su traición a los intereses de Roma, al colaborar con los sediciosos latinos en la guerra, confiscándole las ubérrimas tierras del ager Falernus, que ya sería propiedad del ager Romanus; Roma dejó una guarnición en la ciudad y la oligarquía fiel fue recompensada con un uectigal o censo equivalente al de los caballeros romanos; la ciuitas Romanorum fue concedida a los mil seiscientos caballeros prorromanos capuanos. Aunque pocos años más tarde, en el año 334 a.C., la ciudadanía romana se extendió, sine suffragio, a todos los capuanos. Hasta su alianza con el gran Aníbal Barca en la Segunda Guerra entre Roma y Cartago no va a perder sus tradiciones y su soberanía interna, pudiendo elegir por medio de su Senado a sus meddices o magistrados, cobrando impuestos, usando el osco como lengua y celebrando sus cultos y festivales religiosos, no obstante su política exterior la va a dirigir Roma.

            Otras urbes de la Campania como Nola o Nocera, se aliaron con Roma o fueron anexionadas como por ejemplo Cumas, Suessula y Acernae, sin obtener el derecho al voto. De esta forma la rica Campania septentrional, apta para el grano o la vid, ya era parte del SPQR (Senatus Populusque Romanus). En el año 335 a.C. Roma decidió fundar la colonia de Cales, entre los auruncos, con dos mil quinientos colonos que a partir de ese momento perdieron su ciudadanía romana a cambio de sus derechos y deberes como nuevos latinos, bajo el nuevo estatuto latino, llamado Ius Latii o Latium. La deductio pretendía impedir el avance de los samnitas o una revuelta de los municipia de la Campania, por lo tanto su carácter era militar. En el año 329 a.C. se sometieron los volscos, con la fundación costera de Terracina y controlando a los samnitas por medio de otra llamada Fregellae (año 329 a.C.), ambas fundaciones sobre el valle del Liris.

 

            3. La Segunda Guerra entre Roma y el Samnio. “Las Horcas Caudinas”

 

            “Lejos estoy de haber relatado todas las guerras de los samnitas, aunque han ocupado ya cuatro libros de mi historia y un período continuo de cuarenta y seis años, desde el consulado de M. Valerio y de A. Cornelio, que fueron los primeros que llevaron las armas romanas al Samnio. Por no hablar ahora de las sangrientas derrotas que experimentaron una y otra nación durante tantos años, ni de sus pérdidas anteriores, que no pudieron doblegar aquellos pechos obstinados, al año siguiente los samnitas en el campo sentino, en los de los peligros, en el Tiferno, en las llanuras de Stela, unas veces con sus legiones solas, y otras unidos con extraños, fueron destrozados por cuatro ejércitos romanos. Perdieron el general más ilustre de su nación; veían a sus compañeros de armas, los etruscos, los umbros y los galos, en situación parecida a la suya; no podían sostenerse más ni con sus propias fuerzas ni con las extranjeras; sin embargo no abandonaban la guerra, y la desgracia misma no les hacía renunciar a la defensa de su libertad, prefiriendo verse vencidos a no tentar la victoria. ¿Cuál será el escritor o el lector a quien no fatigue la prolongación de una guerra que no cansó a los que la hacían?” (T. Livio, X. 31).

            En Roma ya se había constituido una aristocracia proveniente del estrato plebeyo, que luchaba por incrementar la expansión meridional del SPQR, a brazo partido, el Samnio deseaba y necesitaba impedir el avance imperialista romano, que era ya excesivamente agresivo, tratando de asomarse al mar por el territorio campanés. “La ocasión para el enfrentamiento entre romanos y samnitas lo va a facilitar Nápoles, fundación de Cumas en el siglo VII a.C. sobre la colina de Parthénope (Palaiópolis), y reconstruida hacia el año 470 a.C. en un terreno llano con la participación de los siracusanos de Pithecusa y de los atenienses” (S. Montero y J. Martínez-Pinna, 1990). En el momento que citamos del siglo IV a.C., la ciudad estaba dividida en banderías enfrentadas; en el año 327 a.C. la aristocracia de origen heleno pidió ayuda a Roma, mientras que la plebe pedía socorro y auxilio a los samnitas, quienes acudieron con 4.000 soldados del Samnio y 2.000 sabélicos de Nola; Roma envió, también, sus legionarios al mando al mando de los cónsules L. Cornelio Léntulo y Q. Publio Filón, la pretensión era anexionarse la propia Nápoles y no sólo la protección de Capua. Neapolis entraba en el redil romano a finales del año 326 a.C., el precio fue muy elevado, ya que los samnitas declararon la guerra a Roma.

            Desde el año 326 a.C. hasta el año 322 a.C. no hubo grandes enfrentamientos militares, los conflictos bélicos eran de hostigamiento o de rápidas y cortas penetraciones en el territorio del enemigo con escasez de tropas, todo ello en el valle del río Liris. En el año 321 a.C. Roma decidió acabar con aquel desgaste de mantenimiento del status quo, por lo que los cónsules T. Veturio Calvino y Sp. Postumio Albino penetraron en el Samnio, ahora desde la Campania. El objetivo era atacar a los caudinos, avanzar luego sobre la capital de los hirpinos, Malventum, y, con lo que se preveía un duro golpe obligar a los samnitas al armisticio; pero todo ello tuvo un resultado catastrófico para los romanos, ya que la escasa experiencia de los dos cónsules, en estrategia y táctica militares, fue paradigmática; de tal forma que las legiones fueron atrapadas en el desfiladero de Caudium, al sudeste del País Samnita, donde el conspicuo general de los samnitas, Gavio Poncio, atrapó a las fuerzas romanas sin problemas; los cónsules firmaron, obligatoriamente, una pacto humillante para Roma, que conllevó la entrega del armamento.

“Así pues, solamente se deliberó acerca del camino que debía seguirse. Dos de ellos llevaban a Luceria, uno que seguía la costa del mar superior, llano y despejado, pero más largo en proporción de lo más seguro que era, y el otro más corto, por las Horcas Caudinas. Este paraje lo forman: dos desfiladeros profundos, muy estrechos, cubiertos de bosques y reunidos por una cadena de montañas. Entre estos dos desfiladeros se extiende una llanura pequeña, bastante descampada, cerrada en derredor por el bosque cubierta de vegetación y de agua y cruzándola por el centro del camino. Pero antes de llegar a ella es necesario recorrer la primera garganta, y entonces puede elegirse entre retroceder para regresar por el mismo camino, o si se quiere continuar, salir por la otra garganta más estrecha aún y más difícil que la primera. Ahora bien, a esta llanura habían bajado los romanos por una roca gruesa de una de las gargantas, y en el acto se dirigieron a la segunda, pero la encontraron cerrada por Cuadro de texto: Fresco de Paestum que representa las Horcas Caudinas

 

árboles cortados y enormes masas de rocas. Apenas habían reconocido el ardid del enemigo, vieron un cuerpo de tropas en las alturas del desfiladero. Apresúranse a retroceder para ganar el primer paso, y lo encuentran cerrado por iguales obstáculos y fuerzas samnitas. Al ver esto se detienen sin que nadie hubiese dado la orden; todos están estupefactos y sus miembros extraordinariamente entorpecidos. Míranse fijamente unos a otros, creyendo cada cual que encontrará en el otro más fuerza de ánimo y más recursos, quedando por largo tiempo inmóviles y silenciosos” (Las Horcas Caudinas. T. Livio, IX, 2).

 

La derrota de las Horcas Caudinas sería una de las más graves de Roma a lo largo de su historia, por ello buscó justificaciones falsas, una de ellas relativa a que el Senado rechazó la paz o la entrega voluntaria de los cónsules al enemigo samnita. Roma se vio obligada a retirarse del Samnio y a evacuar sus colonias, como era la fronteriza de Fregellae. Seiscientos caballeros fueron retenidos como rehenes, para que el ancestral tratado del año 354 a.C. se cumpliese; el tratado de paz pudo ser redactado en forma de una sponsio, que sólo comprometía a los magistrados responsables de la iniciativa o como un auténtico foedus, que obligaba a todo el SPQR; el acuerdo se produjo y hubo paz durante cinco años. Los samnitas contactaron, entonces, con los etruscos y reforzaron sus posiciones en la Campania central y septentrional. Roma creó dos nuevas tribus de ciudadanos: la Oufentina, en el valle medio del Liris y la Falerna en la Campania norte, pero también trataron de mantener a los samnitas lejos de la Apulia, concluyendo tratados de paz y alianza para la mutua defensa con Arpi, Canusium y Teanum. No obstante en el año 315 a.C. los samnitas tomaron la iniciativa de las operaciones prebélicas y se aliaron con los nocerinos, para así poder llegar hasta Lautulae, que se encontraba en el confín de la Liga Latina, donde los romanos sólo pudieron reclutar un débil ejército legionario a las órdenes del dictador Q. Fabio Rulliano, la victoria de los samnitas fue aplastante, pero no obtuvieron los frutos apetecidos ya que los romanos derrotaron a los auruncos y los sometieron en Tarracina (año 314 a.C.), y recuperaron Fregellae, en el año 313 a.C. Hasta el año 311 a.C. se van a establecer nuevas colonias latinas en: Interamnas, Lirenas y Suessa; estas colonias eran fortalezas agrícolas, donde sus habitantes sólo se dedicaban a la defensa del lugar en período de guerra. El censor Appio Claudio creó la vía costera que unía Roma con el teatro de batalla de la Campania, y en el año 311 a.C. se creaban dos magistrados específicos para la flota, los duouiri nauales.

Lo dubitativo de la política romana del momento, sobre si continuar o no la expansión meridional de su imperialismo, va a ser aprovechado por las ciudades etruscas de la región para intervenir en la guerra; en el año 312 a.C. los etruscos meridionales se van a poner bajo el mando de la urbe de Volsinii y el centro de las operaciones bélicas será Sutrium, que era una colonia latina, que se encargaba de controlar la vía que unía Roma con la Etruria, la situación cambió a favor de Roma cuando el cónsul Quinto Fabio Rulliano se abrió paso, por sorpresa, por el bosque selvático de Ciminius y cayó, como un volcán, sobre los etruscos, derrotándolos, la familia de los Fabios tenía intereses que defender en la Etruria meridional. Hasta el año 308 a.C. los romanos se van a dedicar a pacificar la región en conflicto. Volsinii obtuvo el armisticio, año 308 a.C. del cónsul P. Decio Mus y se establecieron alianzas con las urbes de Camerinum (año 310 a.C.) y Ocriculum (año 308 a.C.); con este final los etruscos quedaban ya fuera de combate; pero mientras tanto en el sur los samnitas iban de triunfo en triunfo. Los sabinos del Apenino central se levantaron contra Roma y Q. Fabio Rulliano los sometió nuevamente y ordenó la construcción de una vía que llegaba hasta el mar Adriático (año 307 a.C.).

Es bien conocida la flagrante humillación que los valerosos samnitas infligieron en aquella ocasión al ejército consular romano, obligándolo a pasar, desnudos sus legionarios, mientras entregaba las armas, bajo un arco formado por tres lanzas. Como consecuencia de la derrota, los romanos se vieron obligados a pedir la paz, que, naturalmente, en la historiografía romana, tan chauviniste casi siempre, no podía presentarse ante la posteridad con tintes tan crudos. Y, por ello, alrededor del episodio de las Horcas Caudinas se han tejido retoques o justificaciones evidentemente falsos, como el rechazo de la paz por el Senado o la voluntaria entrega de los cónsules al enemigo, que no consiguen disfrazar la realidad de una paz, firmada por Roma, como consecuencia de una estrepitosa e inesperada derrota. Esta paz romana, por descontado, no podía ser otra cosa que una tregua, no sólo porque anulaba la colonización romana en el río Liris (la colonia romana de Fregellae fue tomada por los samnitas), sino por el doble error samnita de liberar al ejército enemigo romano y además humillarlo con la vergüenza de un acto tan deshonroso, para el orgullo proverbial de los legionarios de Roma.

El SPQR o Estado de Roma decidió una nueva invasión del Samnio y consiguió  conquistar Bovianum (año 305 a.C.); su conquistador fue M. Fulvio Curvo Petino, pero la causa del tratado de paz pedido, humildemente según T. Livio, por los samnitas, tuvo otra razón que la humildad o el miedo y se debió a la entrada de mercenarios griegos, por el sur, para ponerse al servicio de la colonia espartana de Tarento; el tratado de paz les costó la entrega de Aquinum, Satricula, Luceria y Teanum Sidicinum (como ciuitates foederatae) y, lo más grave fue la renuncia samnita al valle del río Liris, donde Roma fundó varias colonias latinas. Por primera vez Roma era mayor, en extensión, que el Samnio. El Estado Romano transformó en aliadas las diversas ciudades que se encontraban en la frontera entre ambos encarnizados enemigos y así protegían al interior del Estado de la Loba Capitolina, con una estrecha colaboración. No existen razones concluyentes, a pesar de Tito Livio, para pensar que la susodicha paz fuese, tal como he indicado con anterioridad, una súplica humilde samnita, pero está claro que el nuevo tratado perjudicaba, notablemente, a este belicoso y valeroso pueblo del Samnio.

“Sucedió que el enemigo había hecho sus preparativos para la guerra con la misma formalidad y pompa y con la opulencia de espléndidas armas, y habían invocado la asistencia de los dioses para iniciar a sus soldados de acuerdo con una antigua forma de juramento. En primer lugar proclamaron la leva por todo el Samnio con esta nueva orden, que todo aquél en edad militar que no acudiese a la llamada de los jefes o partiese sin sus órdenes, sería sacrificado a Júpiter. De esta manera se convocó a todo el ejército de Aquilonia, presentándose cuarenta mil soldados, la fortaleza del Samnio.      Allí, en medio del campo, delimitaron un área, de aproximadamente doscientos pies en cada dirección, cercada con vallas de cañizo y cubierta de lino. En este lugar se ofreció un sacrificio de acuerdo con las normas leídas en un antiguo rollo de lino; el sacerdote era Ovius Paccius, hombre de edad, que afirmaba que esta ceremonia derivaba de un antiguo ritual de los samnitas que sus antepasados habían empleado cuando fueron secretamente a expulsar a los etruscos de Capua. Concluido el sacrificio, el jefe convocó, por medio de su ayudante, a los de más alto grado en nacimiento y hazañas y les hizo entrar uno a uno. Junto a otros  preparativos ceremoniales, como tratar de impresionar el alma con el temor religioso, había un lugar todo cerrado con unos altares en el centro y sobre ellos víctimas sacrificiales, y alrededor una guardia de centuriones con las espadas desenvainadas. El hombre era conducido al altar más como una víctima que como un partícipe en el rito, y tenía que jurar el no divulgar lo que allí viese u oyese. Entonces le forzaban a jurar con un canto terrible, pues invocaba una maldición para sí mismo, su familia y su descendencia si no acudía a la batalla que le ordenaban sus jefes, o si huía de la formación, o si veía huir a otro y al punto no le mataba. Al principio algunos rechazaron tomar este juramento pero fueron decapitados ante los altares y sus cuerpos mezclados con las víctimas sacrificiales, como para inducir a los demás a no rechazar. Cuando los principales samnitas habían ya sido obligados por esta imprecación, el jefe nombró a diez de ellos y les ordenó elegir a otros tantos y proceder de esta manera hasta alcanzar la cifra de dieciséis mil. Éstos fueron llamados la “legio linteata” (legión del lino) por la cubierta del lugar en que los nobles habían jurado; para distinguirles del resto, les fueron entregadas espléndidas armas y yelmos con penacho” (Un ritual militar samnita: “La legio linteata”. Tito Livio, X. 28, 2-12).

 

4. La nueva estructura política de la Italia central

 

Los romanos van a atacar, sin motivo alguno, a sus viejos aliados hérnicos (año 306 a.C.), que incluso habían sido fieles a Roma aún cuando la coalición de latinos, volscos y campanos habían atacado a los propios romanos en el año 340 a.C. La confederación hérnica unida alrededor de Anagnia, fue rápidamente vencida. Roma aprovechó la deditio de la confederación porque: a) Anagni, Capitulum y Hernicum recibieron, en el año 306 a.C., el título de ciuitas sine suffragio y fueron transformadas en municipios romanos; b) las ciudades fieles, tales como: Aletrium, Ferentinum y Verulae mantuvieron su privilegio de independencia que provenía desde la época de foedus Cassianum. El rechazo de los ecuos a aceptar la ciudadanía romana conllevó que Roma, como represalia, arrasase 30 pagi o aldeas y su territorio fuese confiscado. Dos nuevas colonias latinas, Alba Fucens (año 303 a.C.) y Carseoli (año 298 a.C.) van a ser el nuevo punto de apoyo para las nuevas operaciones militares contra los samnitas. En el año 299 a.C. el territorio de los ecuos sirvió para la creación de una nueva tribu, la Aniensis, en el valle alto del río Anio. Los volscos fueron, definitivamente, conquistados al tomarles su urbe más eximia, llamada Arpinum (nuevo estatuto de ciuitas sine suffragio); otra ciudad conquistada volsca fue Fusino, a quién se la confiscó tierras para ciudadanos romanos y, por fin, Sora, que debió acoger, obligatoriamente, a una colonia latina.

Las tribus sabélicas tales como marrucinos, frentanos y vestinos pasaron a ser aliadas del SPQR o Roma, comprometiéndose a movilizar a sus soldados en el, hipotético, caso de que Roma los necesitase para cualquier guerra; los sabélicos eran duros y valerosos guerreros. En el año 299 a.C. se estableció en la Umbría oriental la colonia de Narnia y se crearon tratados de mutua ayuda con las ciudades umbras llamadas: Ocrícolo y Camerino. Toda esta parafernalia de alianzas iba a consolidar la posición de Roma en el centro peninsular itálico.

 

5. La Tercera Guerra Samnita

 

En el año 299 a.C. los galos o celtas de la Galia Cisalpina vuelven a amenazar a Roma y van a ser los etruscos sus colaboradores contra la República del SPQR. Es probable que los samnitas entrasen ya en negociaciones con ellos. En el sur, Tarento, había tenido que pedir ayuda a su madre patria, Esparta, y a mercenarios epirotas, para poder hacer frente a las belicosas tribus de Lucania; los lucanos tenían un espacio de frontera común con los samnitas, que los romanos no controlaban aún, por lo que estos pueblos de la Lucania eran muy importantes en aquel tablero de ajedrez político, que Roma estaba conformando ya en el año 302 a.C.; el SPQR había defendido a los salentinos, una tribu de Lucania, contra el caudillo espartano, contratado por Tarento, Cleónimo. Por todo lo que antecede, en el año 299 a.C. los lucanos van a ser atacados por los samnitas y piden ayuda a los romanos, lo que se va a subrayar con un tratado con el SPQR, que no convence a la totalidad del pueblo lucano, pero que va a ser el prólogo de la Tercera Guerra contra el Samnio. La república del Lacio tiene la convicción de que se puede tener un control total sobre la Italia del norte y así infligir un golpe definitivo a los samnitas, que creían también que si vencían podían reforzar sus posiciones en el sur peninsular. La situación de Roma en Lucania la va a obligar a luchar en dos frentes, desde el sur y la Campania en el límite occidental del Samnio y en la Apulia, en el oriental. Los samnitas tenían la necesidad de unirse a los enemigos septentrionales del SPQR, que eran los galos cisalpinos, etruscos y umbros, para lo cual realizaron una expedición al mando de Gelio Egnacio y a través del territorio de los sabinos y de los umbros hasta alcanzar Clusium, en la retaguardia de los romanos; estos fueron cogidos por sorpresa y se vieron obligados a fundar (año 296 a.C.) las colonias latinas de Minturno y Sinuessa, en el ager Falernus y así evitaban que esta complicada situación se produjese en otras ocasiones.

En el año 295 a.C. los cónsules Fabio Rulliano y P. Decio Mus (de origen plebeyo), se dirigieron al norte y atacaron a la coalición enemiga de confederados en Sentinum, en el norte de la Umbría; pero a pesar de la multitud del conglomerado de enemigos, unidos por su odio a Roma, los romanos vencieron aunque las pérdidas fueron enormes e incluso el cónsul Decio Mus se autoinmoló, en un acto de devotio a los dioses del inframundo, mientras Fabio maniobraba, con mano experta, con su caballería; muerto, también, el comandante en jefe de los samnitas, la coalición se dispersó. Fabio Rulliano lo aprovechó para infligir un gran castigo a los umbros rebeldes y obligar a los galos-senones a realizar un pacto con él. “Al principio por ambas partes se peleó con igual ardor e iguales fuerzas, pero muy pronto no pudiendo en el ala izquierda sostener el choque de los latinos, los hastatos romanos se replegaron. En aquel momento de desorden el cónsul Decio llamó a gritos a M. Valerio: “Necesitamos auxilio de los dioses. ¡Adelante Pontífice Máximo del pueblo romano! Díctame las palabras que debo pronunciar al sacrificarme por las legiones”. El Pontífice le mandó tomar la toga praetexta, y con la cabeza velada, una mano levantada debajo de la toga hasta la barba, de pie sobre un dardo tendido en el suelo, pronunciar estas palabras: “Jano, Júpiter, Marte padre de los romanos; Quirino, Belona, Lares, dioses novensiles, dioses indigentes, dioses que tenéis en vuestras manos nuestra suerte y la de los enemigos, y a vosotros también, dioses manes, yo os conjuro y os suplico, os pido gracia y confío en ella para que dispenséis al pueblo romano de los caballeros el favor de darle fuerza y victoria, y enviéis a los enemigos del pueblo romano de los caballeros el terror, el espanto y la muerte. Como ya he declarado con mis palabras, me sacrifico por la república de los caballeros, por el ejército, las legiones, los auxiliares del pueblo romano y ofrezco conmigo a los dioses Manes y a la Tierra las legiones y los auxiliares de los enemigos”. Pronunciadas estas palabras, envió sus lictores a Manlio para que le dijesen que se sacrificaba por el ejército, y él, ceñido el cinctus gabinum, lanzóse completamente armado sobre su caballo y se precipitó en medio de los enemigos. Así pues pasando con él al ejército latino el terror y el espanto, primero desordenaron las enseñas y en seguida se propagó la confusión por todas las filas” (la deuotio de P. Decio Mus. Tito Livio).

En la historiografía de la Antigüedad se evalúan en más de cien mil, con mucha exageración, las pérdidas sufridas por samnitas y galos-cisalpinos. El héroe romano de la batalla fue P. Decio Mus, cuya vida fue sacrificada, para que los enemigos fuesen sacrificados a los dioses del Averno. Los romanos empujaron a los galos-senones hasta el mar y fundaron, en su capitidisminuido territorio, la colonia Sena Gallica (año 289 a.C.) y, a posteriori, la de Ariminium (año 268 a.C.), el final de todo este proceso bélico será la romanización del ager Gallicus. Los umbros quedaron sometidos al incorporarse, a la influencia de Roma, las ciudades de Spoleto y Foligno y realizando tratados de alianza con Camerino e Iguvium. Los sabinos desde Amiternum hasta Reate, aunque no habían ayudado a los samnitas, ahora sí lucharon contra Roma, con la finalidad de evitar su sometimiento. Sería M. Curius Dentatus el que los derrotaría, imponiéndoles la ciudadanía sine suffragio. Al fundar Hadria, el Piceno entró de lleno en la zona de influencia de los romanos y el SPQR ya estaba, por fin, en el mar Adriático. En la Etruria, M. Atilio Regulo derrotará a los volsinios (etruscos), año 294 a.C. y, Roma, va a firmar una paz de cuarenta años con los, también, etruscos de Perugia y Arretium. Los samnitas siguieron luchando, sin esperanza, y hasta la extenuación y no pudieron impedir que la fortaleza de Venusa, situada en el confín entre el Samnio, Apulia y Lucania, acogiese a unos veinte mil colonos latinos, año 291 a.C. Los samnitas concluyeron un nuevo armisticio, año 290 a.C., con el SPQR, pero su liga permanecería independiente, aunque amenazada por todas partes.


 

* Doctor en Historia y Médico de Familia.